Vivimos equivocados

Al pasar frente a un estante abarrotado de libros de ciencia ficción y de terror en una tienda, me di cuenta de que en la parte baja de ese mobiliario había un volumen que estaba casi caído sobre el piso, cual si quisiera escapar de cierta compañía literaria que no era de su agrado. Algo asombrado y con placer, vi que ese libro que caía o quería escapar del estante era una novela del escritor estadounidense Philip Roth. Fallecido lamentablemente en 2018. Había nacido en 1933. Observé que la novela tenía una edición muy hermosa. Aunque ya la había leído, no vacilé en adquirirla pues Roth es uno de mis escritores favoritos y me asaltó el deseo de releerla. Tiene por cierto un título demasiado provocativo atendiendo a que está dirigida a los lectores norteamericanos: «Me casé con un comunista». Mas cuando uno se adentra en su lectura comprende todas las intrigas de la trama atendiendo a la sinopsis: «Entre el sonado entierro del canario del señor Russomano y el funeral de Nixon, el profesor Murray Ringold ha vivido los noventa años de su existencia. El escritor Nathan Zuckerman se lo encuentra poco antes de morir y, gracias a unas largas charlas que se prolongan durante seis noches, Nathan conocerá la verdadera personalidad del que fue su ídolo en la adolescencia. «Me casé con un comunista» es una denuncia del maccarthysmo, la sed de poder y la deslealtad que, por escudarse en la patria, se convierte en un pecado menor.»

En el desarrollo de la sociedad humana, ya lo sabemos, muchos gobiernos escudados en la patria han cometido pecados —enormes casi siempre, si bien terminan calificándolos de menores— que pudieran llevarlos directamente al purgatorio o al mismísimo infierno de Dante. Pero el gran mérito de esta novela de Roth es la demostración de que el ser humano no puede libremente escoger y luchar por los ideales que califica de ser los mejores. Los personajes que están en el poder se lo impiden bajo el prisma de falsas verdades o disfrazadas mentiras.

Bertolt Brecht y Charles Chaplin, por ejemplo, fueron víctimas del maccarthysmo. Ninguno de los dos afamados dramaturgos nunca militaron en ningún Partido Comunista. Pero fueron perseguidos por el FBI y obligados a escapar de Estados Unidos por sus ideales artísticos. Incluso Brecht, habiéndose radicado en la desaparecida República Democrática Alemana (RDA), aquí también fue perseguido y controlado por los recelosos órganos de la Seguridad del Estado. Era una represión policíaca aparentemente a la deriva, pero obsesiva, enloquecida e idéntica o similar a la que practicó el maccarthysmo.

Philip Roth es uno de los escritores estadounidenses más leídos e influyentes de los últimos tiempos. La calidad de su obra está avalada por premios como el National Book Award, el Man Booker International Prize, o el Pulitzer. De una de sus novelas recuerdo una narración aleccionadora, que deseo compartir con mis amigos lectores: «Cuando te acercas a las personas, lo haces con la mente abierta. Te puedes equivocar mientras estés con ellas o puedes decir algo sobre ellas y equivocarte de nuevo, así es como sabemos que estamos vivos: vivimos equivocados.»


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