El mundo literario de Julio Cortázar

Según los críticos y autores literarios, en la obra “Los reyes” se observa el gusto de Cortázar por el laberinto. Se construye a veces un mundo cerrado donde evoluciona y progresa como en un laberinto. Laberinto y monstruos son claves de su literatura. Aparecen en “Los Reyes”, “El bestiario”, “Rayuela” y “Los premios”. También el espacio desempeña un papel capital. El laberinto compara la existencia humana a un peregrinaje, a la búsqueda del centro, de un secreto, de una salida. El camino de la verdad integra vueltas, consta de obstáculos, de peligros capaces de perdernos. En la Roma clásica, eran monstruos los que cuidaban las fieras y los que luchaban contra ellas en el circo. En la Edad Media serán títulos de ciertas descripciones de animales.

Lo bestial es, al mismo tiempo, algo que el hombre custodia y contra lo cual combate. Algo que lo constituye y lo explica. Los monstruos excitaban el terror y el deseo. Los griegos pensaban que lo animal, el desorden debía ser organizado por la razón. Si el animal desbordaba lo humano, como el Minotauro, era preciso en cerrarlo en un laberinto. Hoy, después de las crisis racionalistas, después del surrealismo, de la filosofía de la vida y de las existencias que tanto influyeron en Cortázar, sabemos que la razón no es la esencia del hombre. Se define como un ser de posibilidades. Todo le es posible. Esa libertad es fuente de incertidumbre, es arbitraria, circunstancial.

El cultivo de la razón impulsó el desarrollo científico y sociológico. Aplicada a planificar la sociedad, a mejorar la condición humana, la razón fue usada por las potencias imaginarias y por su amor, su deseo de justicia. La razón, nuestra aliada, depende de nosotros que sea creadora o destructora. Para defender la literatura de lo fantástico, Cortázar reconoce que los escritores realistas representan la vida verdadera, pero que la fantasía permite jugar con la imaginación. Es parte de la verdad del hombre. Éste quiere mirar el acuario desde afuera. ¿Cómo dará testimonio de su verdad? Creando lo fantástico, dimensión de lo completamente humano.

Cortázar nos seduce, no se maravilla por su habilidad en conjugar la descripción de los hechos que podrían ser reales con la imaginación de seres insólitos. Así en “Cartas de mamá” recuerda, por noticias imaginadas de un novio suicidado, que la realidad parisina sin el remordimiento no es la realidad para Luis y Laura. Lo insólito se vuelve auténtica cara de la realidad. Por lo absurdo trágico el autor pinta el mundo como un reino ininteligible y “presenta a la vida como una pasión inútil” (conferencia de Sartre), o, “como un exilio sin remedio” (conferencia de Camus). Un representante literario de tal método es Ionesco, en el teatro francés. Por lo absurdo humorístico, ridiculiza el escritor la vida auténtica, los lugares comunes, las frases ya hechas de las relaciones comunes que diluyen la intranquilidad de los hombres.

Combina Cortázar las dos técnicas para que el hombre comparezca ante su verdad fundamental que ha de descubrir solo. En “Todos los fuegos el fuego” atestigua una creencia en la solidaridad: “de los que viajan en la autopista del Sur”, de los familiares que quieren evitar la muerte de la madre (“La salud de los enfermos”). Acompaña Cortázar su hábil ironía con cierta simpatía hacia cualquier cosa hecha por el hombre, censurando a los Oliveiras y los Medranos que “quieren ver todo desde su butaca”. Se pasa así de la abstracción fantástica (“Los reyes”; “Bestiario”) aún realismo minucioso. En “El almuerzo” están reunidos un cronopio, un fama, una esperanza y un profesor de lenguas: aunque conversen sin entenderse, un aire de cordialidad los acerca. En vez de terror, los seres fantásticos provocan asombro.

En “Rayuela” (1962), Cortázar pretende que empecemos la lectura por el capítulo 73, siguiendo por el primero, el segundo, el 116, el tercero, saltando como la rayuela. Logra transmitir el ritmo de la búsqueda. En los cuentos de “Bestiario” se partía de la realidad inmediata y luego se dejaba aparecer lo fantástico. Rayuela comienza estableciendo lo absurdo como realidad verdadera y su fuerza vuelve irreales las conductas acostumbrabas. “Historias de cronopios y de famas” (1962). Alcanzar el colmo del humor y de la creación fantástica. “Los famas”, cuando salen de viaje, pernoctan después de averiguar los precios del hotel, lo blanco de las sábanas y su calidad; copian la lista de médicos de guardia y especialistas en el hospital. “Los cronopios” encuentran hoteles llenos, trenes idos, tiempo de lluvia, taxis carísimos y repiten “¡la hermosísima ciudad!”.

El “Manual de instrucciones” son instrucciones acerca de actos muy habituales (subir una escalera, matar hormigas en Roma, entender pinturas famosas). Para el acto de cantar aconseja “primero romper los espejos de la casa”; para entender pinturas famosas, aconseja (como los dadaístas surrealistas): modificar la visión. Al destruirse el hábito de veneración se les puede percibir de manera distinta. El reloj funciona como una “imagen de la irracionalidad concreta” de la que habló Dalí. Al regalarte un reloj te regalan la necesidad de darle cuerda para que siga siendo un reloj…, te regalan el miedo de perderlo o de perder la hora… Así el acto de regalar es irracional. “A la vez –dice Pages Larraya- que el reloj se humaniza, el hombre se cosifica. Las relaciones entre hombre y animal, tema que aparece mucho en los cuentos de Cortázar, se articulan de dos maneras: o se introduce un animal dentro de un orden ya establecido o se subraya la semejanza interna entre hombre y animal, O sea, el tema del hombre biológico.”

Cortázar describe, no explica. Ejerce su imaginación sobre una actitud, un objeto una acción, en apariencia, de uso cotidiano. Después de entregar al lector el objeto de su interés (previa descripción detalladísima) éste queda transformado. Es el tipo de magia ejercitada sobre la vida cotidiana.


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