Ser amigo o conocido de El Chapo

Ser amigo o conocido de El Chapo no es plausible, aunque no dejaría de resultar para muchos interesante incógnita. Hay sin número de personas que por múltiples y opuestas motivaciones les gustaría tener un amigo o conocido como El Chapo, en fin, poder desentrañar encrucijadas para ganar mucho dinero en un santiamén, o sencillamente mostrar a los familiares fotos con el famoso o, por qué no, intercambiar con el capo de capos pareceres sobre el solapado submundo del narcotráfico internacional. Yo, por ejemplo, no critico en modo alguno al prestigioso Sean Penn por haberse entrevistado con El Chapo y hasta haberle estrechado la mano —en cuanto a los millonarios, eso lo sabemos, hay algunos que, como serpientes, pudieran dar lecciones a El Chapo de cómo se baila bajo el gemido de la flauta para encubrir el oro mal habido.

Tampoco reprocho a los actores y realizadores aztecas que estuvieron condimentando el proyecto de llevar a la pantalla chica y grande al “héroe narco de las fugas” que supera cualquier ficción aventurera —en el arte, eso también lo sabemos, casi todos los creadores son incurables glotones. El gran show del narcotráfico apareado con el círculo de los narco políticos de este mundo en que vivimos, es sin duda la causa y la vergüenza cabizbaja de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa hace más de un año —harta pericia sin embargo para encontrar a El Chapo y absoluta ineficacia a fin de solucionar el misterioso escamoteo criminal de los jóvenes estudiantes.

Pero examinemos, y quizás resulten convincentes, algunos datos intrigantes que estampan las páginas de la novela Adiós Arizona:

“El país que produce más heroína en el mundo es Afganistán. El segundo es México… El mayor consumidor es Estados Unidos… La heroína mexicana es negra y la de Afganistán es blanca… pero no porque sea negra la droga mexicana es inferior, nada de eso, pues puede tener 99 por ciento de pureza como la afgana; lo que un adicto se inyecta es una dosis que tiene un tres por ciento de heroína pura; ahora bien, si uno de esos adictos se inyecta una dosis con más de un tres por ciento de heroína pura, se le paraliza el corazón y muere, a eso se le llama sobredosis. Y por eso es que la heroína les genera tanta riqueza a los narcotraficantes, porque una onza de heroína la cortan en diez porciones, y de una porción se hacen diez más, y aún queda un nueve por ciento de pureza. Esta última dosis se corta en diez papelillos de a veinte dólares cada una que se le vende al drogo y entonces imagina cuánta ganancia se obtiene de la heroína; ponte a pensar: una onza de nueve por ciento de pureza en Estados Unidos tiene un valor de diez mil dólares pero hace diez más, o sea, de una de diez mil dólares sacaste cien mil dólares de ganancia; entonces un kilo de heroína que vale 250 mil dólares al llegar al consumidor se transforma en diez kilos más; eso significa que si tú traes un kilo de heroína pura, la mafia la transforma en diez kilos más, ya puedes imaginar cómo se hace una fortuna en un soplo: ¡250 mil dólares se convierten en 2 millones 500 mil dólares!”

Ser amigo o conocido de El Chapo puede tener un halo de cierta diversión, dado el tremendo y grueso festejo de los medios sobre el hecho —medios que hacen de la percepción una realidad verdadera. Mas la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa se anida en nuestros corazones como dolor imborrable que aún reclama justicia.


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