La rebeldía de André Gide

Entre la primera y la Segunda Guerra Mundial la obra de André Gide tuvo una enorme influencia y difusión. Como París era la capital artística, André Gide fue el contemporáneo capital para la cultura no sólo europea: un centro de experiencia que no se podía ignorar. Se veía en él, sobre todo, un maestro de la libertad, en contra de cada prejuicio, despiadadamente sincero consigo mismo, enemigo de cada conformismo moral, literario y político. En tiempos en los cuales sobre Europa se expandía la crisis de la sociedad burguesa y gravitaba el peso de las dictaduras, la sabiduría de André Gide fue acogida como un mensaje fundamental. 

Intensa y constante fue su afirmación de que la felicidad del hombre debe realizarse por sí mismo, en el sentido y espíritu, en el abierto abandono de la naturaleza, en la exaltación de la tierra y del presente. Su pensamiento insistió en la afirmación de los valores naturales de la vida, sin ídolos; y al mundo antiguo se refirió, pero sobre todo sometiéndolo a un sutil análisis que le aportase significados naturales y racionales.

La exaltación de la gloria de este hombre en la tierra no debe hacernos pensar en un escritor sentimental y romántico. André Gide fue profundamente inquieto, pero un limpio e inigualable intelectual, que hacía de su alma y de sus sentimientos una mediación rigurosa. Su camino fue una exploración moral siempre abierta como la historia del hombre, con momentos profundamente religiosos, avecinándose al catolicismo.

Mas su religión fue la religión del hombre y de la tierra. Como Teseo, el protagonista de su última obra (1946), valiente luchador y vencedor ante los monstruos. Gide resume el sentido de su vida en estas palabras: «Yo soy hijo de esta tierra, y creo que el hombre, como quiera que sea y por cuanto corrupto se le considere, debe jugar con las cartas que tiene en mano… Yo estoy contento… He construido mi ciudad. Después de mí, habitaremos para siempre mi pensamiento. Y me avecino no fulgurante a la muerte solitaria. Yo he disfrutado los bienes de la tierra. Me resulta dulce pensar que después de mí, por mérito mío, los hombres se reconozcan más felices, más buenos, más libres. Y por el bien de la humanidad futura que ha construido mi obra. He vivido».

André Gide fue fácilmente intenso y mal interpretado: pero para comprender su experiencia se necesita tener presente que por encima de los entusiasmos, de las pasiones, de las mórbidas delicadezas, por encimas del mundo irracional de los sentimientos, él afirmó el lúcido y exacto dominio de la razón.

En 1947 le fue entregado el Premio Nóbel de Literatura.

Gide nació en París en 1869 y murió en esta ciudad en 1951.

Entre sus numerosas obras citamos algunas: Los nutrientes terrestres (1897), El retorno del hijo pródigo (1907), La puerta estrecha (1909), Los subterráneos del Vaticano (1914), La sinfonía pastoral (1919), Viaje al Congo (1927), Los nuevos nutrientes terrestres (1935), Regreso de la URSS, (1937) y Teseo (1946).

Pensamientos

El miedo de ser como todos los demás nos alienta a buscar alguna característica bizarra y única que ellos puedan ostentar…

El gran hombre solamente tiene un deseo: hacerse humano lo más posible, digamos mejor: sobrevenir común. Sobrevinieron común, Shakespeare, Goethe, Molière, Balzac, Tolstoi… Y, de este modo, sobrevinieron más personales, lo que fue admirable. Por el contrario, aquéllos que se fugan de la humanidad entera, se arriesgan solamente en sobrevenir extraño, bizarro, lleno de defectos.

A la razón, y solamente a la razón se dirige cada mito, y nada se comprende sino cuando la razón no los acepta.

Las grandes almas de los héroes legendarios eran almas sometidas.

Buscar donde quiera la confianza es posible, la seguridad y la gloria, sobreviene en seguida mi exigencia y la búsqueda de mi indispensable felicidad. Como si solo de la felicidad de los otros pudiese formarse la mía, no conociendo otra donde puedo probarla por simpatía, y casi diría por mandato. Y de odiarse me parece, por sí mismo, todo aquello que pudiese frenar tal felicidad: tímida, desconsolada, incomprendida, maldecida, complacientes retratos de miseria imaginada, vanos reflejos de irrealidad, y divisiones de partidos, de clases, de naciones y de razas, y todo aquello que tiende a hacer del hombre un enemigo de sí mismo y de los otros, las categorías de la discordia, las represiones, las prohibiciones.

Nuestra literatura, en particular la romántica, ha exaltado, cultivado, propagado la tristeza; y no la tristeza activa y resuelta que empuja al hombre a las acciones más gloriosas; pero una especie de estado fláccido del alma, que se llamaba melancolía, que hacía bellamente pálida la frente del poeta y llena de nostalgia su mirada. Entramos a la moda de la complacencia. La gloria aparecía vulgar, indicio de una salud demasiado buena y ridícula; y la sonrisa era deformación del rostro. La tristeza se reservaba el privilegio de la espiritualidad, y, por tanto de la profundidad.

En cuanto a mí siempre preferí Bach y Mozart a Beethoven, me parece impío el verso de Musset tanto citado:

«Los más desesperados son los cantos más bellos», y no admito que el hombre, bajo los golpes de la adversidad, se deje abatir.

Sí, sé que en esta conducta hay más deliberación que abandono a la naturaleza. Sé que Prometeo sufre, encadenado sobre al Cáucaso, y que Cristo muere crucificado, uno y el otro por haber amado a los hombres. Sé que, solo entre semidioses, Hércules muestra ante el trabajo de haber triunfado ante los monstruos. Sé que hay que vencer a los dragones, todavía y quizás siempre… Mas en la renuncia a la gloria, se encuentra la derrota, y casi una especie de abdicación, de vileza.

Estimados lectores:

Les recomiendo de la obra de André Gide la lectura de los siguientes libros:

1.- Los nutrientes terrestres (1897).

2.- El retorno del hijo pródigo (1907).

3.- La puerta estrecha (1909).

4.- Regreso de la URSS (1937).

5.- Teseo (1947).

Atentamente

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Comentarios

Una respuesta a «La rebeldía de André Gide»

  1. Avatar de Virgen Gutiérrez
    Virgen Gutiérrez

    Magnífica tu crónica sobre este intelectual
    Y esas frases o pensamientos de los autores que añades completan para el lctor la imagen del autor que has escogido .

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