Albert Camus o la pasión de ser libre

Para Albert Camus el hombre estaba solo y rodeado por un perenne estado de asedio: miseria, dolor, incomprensión, injusticia, violencia, conformando en su entorno un desierto hostil: pero todavía el hombre siempre resiste y combate, encontrando en sí la energía para no ceder, para nunca renunciar; era el sentido de que su valiente afirmación estaba en solidaridad con los otros hombres, todos espoleados por el dolor y la angustia. La pasión de vivir y de ser libre, el amor por los rayos del sol, la necesidad de ser verdadero, constituyeron la riqueza más profunda de Albert Camus: «Yo amo esta vida con abandono y quiero hablar con libertad: ella me da el orgullo de mi condición de hombre».

Deseaba conocer a fondo el dolor de los hombres y la tragedia de la historia; siempre el coraje de su espíritu rechazó y combatió las ilusiones, la hipocresía, el conformismo. Creyendo en el hombre y en la tierra y viendo la miseria de la realidad, afirmó: «El mundo en el cual vivo me repugna, pero me siento solidario con los hombres que lo sufren. Yo he escogido la justicia para quedar fiel con la tierra». 

En respuesta sobre cuáles serían sus diez palabras preferidas, respondió: «El dolor, el mundo, la tierra, la madre, los hombres, el desierto, el honor, la miseria, el verano y el sol»: estas palabras encierran el germen y las motivaciones fundamentales de toda su obra. Nació el 7 de noviembre de 1913 en Argelia y murió el 4 de enero de 1960 en Francia en un accidente de auto. Creció en la pobreza y la orfandad, fue golpeado en su juventud por una enfermedad en los pulmones: con una espléndida fuerza de voluntad enfrentó cada dificultad y, como siempre hizo en su vida, lograba superar los males que lo amenazaban. Su pensamiento se desarrolla bajo el influjo de los razonamientos filosóficos de Schopenhauer, Nietzsche y el existencialismo alemán. 

Albert Camus fue novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista. También fue jugador de fútbol y actor en la compañía teatral de Radio Algeri. Recorrió Argelia conociendo a fondo a los árabes, la miseria y la fuerza de sus vidas asediadas por el desierto. Después de la ocupación alemana de Francia entró en el movimiento de resistencia y fue jefe redactor del periódico Combat. En 1957 obtuvo el Premio Nóbel de Literatura, que rechazó en principio. 

Su obra representa la condición del hombre moderno, entre dictaduras, guerras, miserias y asediado por permanentes amenazas, pero que resiste solo, sin embargo, confirmando la innegable grandeza de la vida. Su ansia de libertad, de justicia, su solidaridad con los humildes y con los oprimidos, fueron expresadas con sumo coraje, consciente de que el hombre luchaba únicamente con sus fuerzas y rodeado de un desierto despiadado, sobre el cual el sol quemante deviene símbolo de una punzante pero inextinguible fuerza vital.

Examinemos entonces algunos pensamientos de Albert Camus:

«Se trata de servir la dignidad del hombre con medios que resistan dignos, en medio de una historia que digna no es.»

«Yo no insulto a quienes no son como yo. Y esta es mi única originalidad.»

«La sociedad política contemporánea: una máquina para atormentar a los hombres.» 

«La esperanza, al contrario de lo que se cree, equivale a la resignación. Y vivir no es resignarse.»

«El dolor: la perenne justificación de los hombres.»

«Si el mundo fuese claro, no existiría el arte.»

«No hay vida sin persuasión. Pero la historia de hoy solo conoce la intimidación.»

«No hay orden sin justicia, y el orden ideal de los pueblos consiste en su felicidad.»

«El academismo de la derecha ignora una miseria que el academismo de izquierda utiliza. Pero, entre ambos casos, la miseria está reforzada.»

«En los hombres hay más cosas de admirar que cosas de despreciar.»

«Voluntad de vivir sin rechazar nada de la vida: esta es la virtud que honro mayormente en este mundo.»

«Yo me pongo a igual distancia entre la miseria y el sol. La miseria me impide creer que todo está bien bajo el sol y la historia, el sol me enseñó que la historia no es todo.»

«Por un tiempo aún indeterminado, la historia está hecha por la potente policía y la potencia del dinero contra los intereses del pueblo y la verdad del hombre.»

Camus no simpatizó con el marxismo y abandonó el Partido Comunista de Francia donde militó par de años. También rivalizó con el existencialismo de Sartre y con la religión católica: no creía en la idea de que una organización de cualquier tipo y naturaleza guiara al ser humano hacia fines supremos. Su propia teoría personal fue catalogada como la del «absurdo». Si bien rechazó que a él se le clasificara como «Profeta del absurdo.» Camus proclamó: «Ninguna acción política puede usarse para justificar los excesos de una posición absolutista. Matar y oprimir en nombre del movimiento de la historia o de algún futuro ideal son injustificados. Desde el momento en que son aceptadas, el nihilismo o el racionalismo, la tierra se convierte en desierto».

Para sustentar lo anterior escribió los siguientes ensayos: El revés y el derecho (1937: Ensayos sobre la vida en Argelia). El mito de Sísifo (1942: Desarrolló ampliamente el concepto del absurdo). El hombre rebelde (1951: Pasó de su idea inicial del absurdo a la idea de una rebeldía moral y metafísica). Reflexiones sobre la guillotina (1957: Disertación en contra de la pena de muerte).

Entre sus numerosas novelas están: El extranjero, La peste y La caída, entre otras muchas. En su obra narrativa cuando busca la libertad humana, la autenticidad y las relaciones interpersonales, el enforque es abstracto. Para Camus la libertad es una forma de explorar estos problemas en términos de acciones, resonancias, opciones y acciones individuales. De esta manera, distintos temas que han sido tratados de forma abstracta y general, pueden expresarse de modo concreto y materializarse como manifestación dramática.

Camus concibe el arte como una manera de moldear la existencia más allá de su forma actual, de modo que los conflictos dentro de la misma puedan ser focalizados. Para Albert Camus el arte es vehículo de las reflexiones individuales. De esta forma se aleja de la indagación de representaciones del mundo en sí, y por consiguiente, de la estética de corte realista. Por ello se le ha vinculado por una parte con el arte existencialista, y por otra, con el teatro del absurdo. «No hay fronteras entre las disciplinas que el hombre se propone para comprender y amar —afirmó Camus—: Se interpretan, y la misma angustia los confunde.»

Para finalizar, pondremos algunos ejemplos del absurdo en tres de sus novelas. En El extranjero (1942), Camus enfoca o denuncia la alienación del personaje protagónico que es condenado a muerte, pero, más que por haber asesinado a un hombre, la condena responde a que este jamás dice más de lo que siente y a que no se conforma con las demandas de su sociedad. En La peste (1947), Camus trata de manera simbólica una epidemia social. Los personajes se preocupan más por encontrar la dignidad y la fraternidad humana que por acabar con la epidemia misma. Esta novela explora la pregunta de si se puede o no existir un santo ateo. El hombre absurdo vive sin Dios. Pero esto no significa que no pueda entregarse al bien de los demás hombres a través del autosacrificio.

En La caída (1956), enfoca la preocupación de Camus por el simbolismo cristiano y expone de manera irónica las formas más complacientes de la moral humanista secular. Por otra parte, la novela trata el problema del mal. El protagonista se refiere a la «duplicidad básica del ser humano», y opina que la raíz del mal es el hombre mismo.

Estimados lectores, recomendamos de este relevante autor lean las siguientes obras:

    1.- El extranjero.

    2.- La peste.

    3.- La caída.

    4.- Celda de los gargajos.


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2 respuestas a «Albert Camus o la pasión de ser libre»

  1. […] Sartre, Albert Camus, Raymond Aron y otros intectuales franceses de izquierda, fue fundadora de la revista parisina, […]

  2. […] evadirse en 1941 y regresar a París, donde trabajó en el liceo Condorcet y colaboró con Albert Camus en Combat, el periódico de la […]

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